DOS CERDOS DESPISTADOS

Érase una vez dos cerdos que eran hermanos. El mayor se llamaba Lorenzo, y la pequeña, Lucía. Lorenzo era un poco más tonto que Lucía. Y Lucía era la lista de la familia, eso sí es verdad que Lucía era más traviesa que Lorenzo y Lorenzo era más tranquilo. Pero lo bueno era que no se decían:
- ¡Yo soy más lista que tú!.
- ¡Vale, pero yo soy más bueno que tú!.
Ni se pelean....
¡Todo lo contrario!, ellos se llevan de maravilla. Lo que se dicen es:
- ¡Tú eres más listo que yo!.
- ¡Ni pensarlo, tú eres muchísimo más lista que yo!
- Bueno pero tú, ¡más bueno que yo!.
- Somos los dos iguales de listos y buenos, ¡vale!.
- ¡Vale!
- Te quiero mucho.
Y se daban un abrazo de oso.
Todas las mañanas, Lucía y Lorenzo se iban juntos al bosque y se ponía a jugar.
- ¡Qué divertido!
- ¡Yupi!
Y se volvían a casa para comer.
Luego Lorenzo se fue a la cama a echarse una siesta y Lucía empezó a hacer ruidos y Lorenzo se ponía nervioso, porque los ruidos no le dejaban dormir y se preocupaba porque pensaba que su hermana estaba haciendo una de las suyas.
Lorenzo se pone las zapatillas de casa y va al salón. Lucía había puesto todo perdido. Y dijo:
- Es normal en Lucía. ¡Buachj!, yo me acuesto.
Y colorín, colorado este cuento se ha acabado.
Lucía Álvarez Pedraza

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